Nestes momentos non hai cursos pendentes de celebración no Concello
Ronda por aquí un cazador de aléns.
Las casas de techos viejos
y de ventanas gastadas;
piedras macizas y fuertes
del camino hasta las casas;
brotado el musgo en sus grietas,
como abrazando distancias.
Mi pueblo era un pueblo chico,
llovido y lleno de escarcha.
Una escarcha que dolía
en las manos de mi infancia;
era una aldea cualquiera
rodeada de montañas,
y un mar que un día sería
el sendero a la nostalgia.
Hoy se mezclan en mi mente
los recuerdos con las ganas;
recuerdos de pan caliente
amasado en madrugadas,
por dos manos que sabían
yuxtaponerse a la nada...
o a lo poco que dejaron
héroes de guerra salvada.
Mi gente era gente dura,
sin tiempo para las lágrimas.
Sus ojos estaban secos
de llorar sobre las armas
y había que sembrar trigo
en la tierra desangrada.
Así vió mi asombro chico
crecer espigas doradas,
y ví las manos gallegas
levantarse y dar las gracias;
pero también las recuerdo
diciendo adiós apretadas,
al partir hacia otras tierras
dejando historia en su patria.
Es posible que los años,
me hagan crecer nuevas ramas;
pero dejé mis raíces
clavadas en piedras anchas.
(JESÚS J. AGUIAR, Poesía sin verso; 1999)