Nestes momentos non hai cursos pendentes de celebración no Concello
Ronda por aquí un cazador de aléns.
¿Ah, si? ¿Non me digas?
Un cazador de anxos.
Explícanos iso Fin Negan. Fainos rir.
Non é broma. Un cazador de velaíñas.
Claro, Fin Negan, con láser e troel.
Non, ten un detector de almas. Vén a por min.
Tranquilo, amigo, estamos contigo. He, he.
Tamén hai un león.
Seguro, Fin Negan. O león da Metro.
Pois si, subido ao muro verde
da rúa do Candil.
Es un tipo divertido, Fin Negan,
¡benvido ao noso clube!
O león está a decir que caeu Babilonia.
Tremenda información, he, he, ¡que o saiba todo o mundo!
¿Onde está Babilonia?
Boa pregunta, Fin Negan. ¿E ti, de onde chamas?
(Non sei se debo) Desde unha cabina.
¡Nalgún sitio estarás! Confía en min, amigo.
Quería, quería unha canción
dedicada ao meu pai.
¿Algo especial?
Pucho Boedo: “Mi tierra gallega”.
OK. Dime agora onde estás.
(MANUEL RIVAS, Costa da Morte Blues; 1995)
O escritor de orixen galego Camilo José Cela(1916-2002), Premio Nobel no ano 1989, tamén situou parte das súas narracións, concretamente na súa novela Madera de boj (1999), en terras vimiancesas,
“[…] en la aldea de Aplazadoiro aparecieron una mañana todos los perros muertos, esto fue el aviso porque después empezaron a morir chiquillos hasta que no quedó ni uno, no había tantos, los muertos presentaban un bocado en la garganta, un mordisco limpio y con tres ojales, nadie oyó gritar a nadie, la guardia civil de Vimianzo no averiguó nada porque no pudo hacerlo, Vincent le dijo a Annelie que sospechaba de un náufrago del submarino ruso Igor Yavlinsky que se había convertido en lechuza que andaba merodeando por allí, por artes nefandas la oficialidad se había mudado en lechuzas y la marinería en medusas, Annelie le dijo que era mejor que se callase porque no le iban a hacer ni caso, hay asuntos en que los forasteros no deben ni entrar ni salir […]”
“-¿Sabe usted dónde para el cocodrilo amaestrado de Ricardiño, el hermano de Leonor? -No, se escondió en una de las tres fuentes de Tufiones y de él no volvió a saberse más nada”. “Ricardiño tenía un cocodrilo amaestrado pero lo perdió en Tufiones, se le metió en una de las fuentes del regato Mouriño y no volvió a salir nunca más, se conoce que estaba a gusto”.