La muerte del periodista Celso Collazo Lema (92 años) cierra de alguna manera una lista selecta de grandes corresponsales internacionales que contribuyeron decisivamente a la apertura informativa en España. Collazo formó parte de la llamada "generación intermedia" que nos informó de la marcha del mundo desde la posguerra mundial hasta los primeros años de democracia en España. En concreto, él lo hizo como delegado de la Agencia EFE en Londres (1957-68), Moscú (1970-75), Nueva York (1975-77) y Washington (1980-82). Contribuyó más a la innovación tecnológica de esta agencia con la incorporación de los sistemas más avanzados entre su competencia en el mundo, tanto en la elaboración de noticias como en su transmisión.
Periodista de muy vasta cultura, Celso Collazo donó el año pasado los 17.000 volúmenes de su librería personal (el 80% de ellos en inglés) a la Biblioteca General de Galicia. Fueron los textos que lo acompañó casi hasta el final de sus días en el chalé en el que vivía en Guadalix de la Sierra (Madrid) y desde donde seguía con puntualidad la actualidad del mundo y donde recibía a numerosos colegas nacionales e internacionales.
Nacido en Vimianzo (A Coruña) en 1921, Celso Collazo llegó a Madrid de la mano de Manuel Blanco Tobío y empezó a desarrollar su trabajo periodístico en el diario Pueblo, que dirigía Emilio Romero, quien lo destinó a Londres en 1957 como enviado especial. En la capital británica se incorporó a EFE cuando esta agencia, dirigida por Carlos Mendo e impulsada por el ministro Manuel Fraga, empezaba su expansión internacional.
En 1970, Collazo se convirtió en el primer corresponsal español permanente en Moscú, desde donde informó durante cinco años. "Mi llegada a la URSS -recordaba años después- fue una gran decepción, que comenzó tan pronto como me alejé tres cientos metros del hotel en el que estaba y vi los estantes vacías de una tienda. Me dije entonces: 'Si esta es la gran patria del proletariado, estamos bien f...'. Los rusos eran una gente maravillosa, pero los funcionarios, muy prepotente, eran insoportables".
Su destino como corresponsal siguió en Estados Unidos, con informaciones de primer rango en los ámbitos político, científico y cultural, entre ellas una entrevista en exclusiva con el presidente Jimmy Carter, el que acompañaría después en un viaje por Europa.
Celso Collazo siempre siguió con gran atención las noticias nacionales e internacionales, pero también disfrutaba formando a nuevos periodistas que aprendieron con él, sobre todo en el extranjero, y que siempre reconocieron su magisterio (Juan Caño, Anne Leroux, Miguel Higueras, Juan Roldán, Curri Valenzuela, etcétera). Era un infatigable conversador, con una memoria extraordinaria.
¿"Cuales son las claves para ser un buen corresponsal de prensa?", lo pregunté en una ocasión. "No hay claves -respondió-. Hay que estar en el meollo del que sucede, tener buenas fuentes, cultivarlas todo el año, y también dejarse cultivar por ellas".
Uno de sus últimos pronunciamientos públicos, como experto mediático y como defensor de su profesión -presidió en su día la Unión de Periodistas-, fue contra las ruedas de prensa sin derecho a preguntas. "Es una grosería -manifestó-, porque siempre se puede responder con discreción y con talento".
Celso Collazo creía, como su colega y maestro Peter Tunne, que el papel esencial de la información no es satisfacer al informante, sino "confortar lo afligido y afligir al confortado". Este principio rigió su vida profesional y a ello se atuvo siempre.
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